En el sistema financiero tradicional, los bancos siempre gozaron de una ventaja estratégica incuestionable. Ellos eran los intermediarios, necesarios para custodiar el dinero y garantizar la confianza en el sistema financiero. Los bancos eran los encargados de asegurar la inmutabilidad y la transparencia de las transacciones financieras.

Toda ésta operativa se efectuaba dentro de un entorno centralizando, con un alto grado de intermediación y opacidad. Las regulaciones internacionales como la MiFID II o la PSD2 han obligado a las entidades bancarias a ser más transparentes, a pesar de eso, el sistema bancario ha variado poco su modus operandi.

Las entidades financieras continúan siendo el nexo de conexión, organismos imprescindibles y necesarios con los cuales interactuar a la hora de realizar transacciones económicas.

Este es el paradigma tradicional, y es aquí donde la tecnología blockchain tiene algo que ofrecer.

La aparición de Bitcoin en 2008 fue el primer caso de uso de la tecnología blockchain y el primer modelo financiero alternativo. Un nuevo paradigma en el cual los individuos podían utilizar una red financiera descentralizada para interactuar con otros individuos, sin necesidad de intermediarios para realizar transacciones y con una particularidad muy importante, la custodia de sus activos financieros en todo momento.